8 razones por las que estaba enojada conmigo misma
No me había dado cuenta de lo mucho que me estaba odiando, hasta que un día, frente al espejo, no me podía ver a los ojos. ¡No lograba ver mi propio reflejo! No estaba ciega, es que no me soportaba. Estaba enojada conmigo misma, pero desconocía las razones.
¿En qué momento llegué a ser así?
No me reconocía. No era yo, era una versión oscura y negativa de lo que algún día fui. Estaba incómoda con mi presencia.
Si así me sentía yo, ¿cómo se sentiría el resto a mi alrededor?
Debía hacer algo por mi bien.
Me aislé como hizo Bestia en “La Bella y La Bestia”. No quería saber nada del mundo ni de nadie.
Necesitaba encontrarme con la persona más importante de mi vida para poder estar bien con el resto. Necesitaba pasar tiempo conmigo.
Quería descubrir qué estaba sintiendo, por qué lo estaba sintiendo y cómo podía recuperarme.
Después de unos meses sola, entre cuatro paredes, hablando conmigo misma, entendí…
Por qué estaba amargada conmigo misma:
1. La decepción
Había perdido los sueños por los que había luchado por muchos años.
Estaba de regreso en casa de mis padres, viviendo en mi vieja habitación porque perdí mi trabajo, mi pareja, mi dinero y hasta la residencia del país de mis sueños que tanto me había costado obtener.
Me había fallado y había caído lo más bajo posible en mi vida.
Lección de vida:
Está bien fallar, lo que está mal es no intentarlo de nuevo.
2. Decisiones del pasado
Me había visto afectada por no haber pensado las cosas bien, por “vivir el momento” y dejarme llevar por lo que quería. No está mal, pero entendí porque “El que no escucha consejo, no llega a viejo”.
Repetía en mi cabeza una y otra vez lo estúpida que había sido, sin darme cuenta de que no había vuelta atrás y que debía hacer las paces conmigo misma.
Lección de vida:
Las decisiones tomadas, fueron las que quería en ese momento. No puedo regresar el tiempo ni cambiarlas, solo aprender de ellas y recordar cómo me sentí cuando las tomé.
3. Mi salud
Tanto física como mental. Subí de peso, pero no comía mucho, simplemente comía muy mal y en horarios fuera de lugar.
Por mi mala alimentación, quería dormir el día completo. No me veía bien, menos me sentía bien.
Estaba demacrada, con la piel reseca, el pelo grasoso, el cuerpo fofo y un descontrol alimenticio.
No me estaba queriendo lo suficiente. Al reves, mi cuerpo pedía a gritos ayuda.
Lección de vida:
La salud es primordial. Si no me cuido, nadie lo hará por mí y, sin salud, no hay vida, ni trabajo, ni dinero.
4. Corazón roto
Había vivido una de las rupturas más dolorosas y tóxicas y no me había tomado el tiempo de procesarla. Por querer dármelas de la fuerte, me lastimé el triple.
Tenía que vivir el luto de mi pasado. Debía llorarlo, procesarlo, sentirlo y entender que ya se había acabado.
Todavía tenía esperanzas de que mi vida fuera una película de Hollywood, donde el hombre cruza el mundo y hace lo imposible por ser perdonado, por volver a tus brazos y vivir juntos por siempre.
Pura paja.

Lección de vida:
Debo sanar mi corazón para poder amar de nuevo. Primero, perdonar mi pasado, luego amarme a mí misma para después poder amar a otros. Un paso a la vez.
5. Más excusas que acción
Decía mucho y hacía poco. Quería ser una escritora reconocida, con libros publicados, mucho dinero, muchos seguidores.
Quería llegar a la pantalla grande con mis historias, pero ¿qué estaba haciendo al respecto para llegar ahí? NADA.
Escribí una novela y fue un fracaso, así que me di por vencida. Lo dejé hasta ahí y creí que, por obra y gracia del Espíritu Santo, algún día alguien la iba a leer y le iba a gustar. ¡ERROR!
Lección de vida:
Mejor gastar tiempo accionando que pensando. Si me voy a quejar de mis metas no cumplidas, que sea fracasando en el intento, mas no en el pensamiento.
6. Idealización
Tiendo a imaginar cosas que probablemente nunca pasarán. Es parte de la vida, tener una idea de cómo será tu futuro, tu familia, tu trabajo…
Siempre pensé que para esta edad tendría todo resuelto, viviría en una mansión y tomaría piña colada en la piscina mientras le decía a otros qué hacer. Me sumergí tanto en la magia, que ver la realidad me dolió.
Lección de vida:
Imaginar es solo eso, fantasía. La realidad está ante mis ojos y si quiero modificarla, debo hacer algo al respecto y no esperar nada de nadie. Depende de ti que eso que idealizas se cumpla. Y recuerda, que hay cosas que no están en tus manos. Déjalas fluir.
7. Viejos amigos
Veía fotos de mi pasado junto a personas que fueron importantes en un momento y hoy en día no saben quien soy. Se esfumaron y ahora son un recuerdo. ¿Cómo es posible que alguien tan querido se aleje así?
Me pregunté muchas veces qué había hecho mal, si yo daba todo por esas amistades. Forzaba el mantenerla, pero se volvía incómoda la comunicación. No quería perder algo que apreciaba tanto, pero a veces…
Lección de vida:
La gente va y viene, los amigos no siempre duran y muchas personas llegan para cumplir su misión y luego ser parte del crecimiento y del recuerdo. Hay que agradecer por lo que fue y apreciar los momentos vividos.
8. El dinero
Como bien mencioné, había perdido mi dinero. Tenía una muy mala relación con él. No tenía suficientes ahorros, ni conocía mis gastos fijos y necesarios como impuestos, seguro médico y hasta Netflix. No sabía qué pagaba y qué debía pagar. Nadie me había enseñado a administrarme y eso me había llevado a la pobreza financiera.
Me sentía como uno de esos tipos en las películas que usan una franela blanca sucia sin mangas frente al televisor, sin motivos para vivir ni muchas expectativas de la vida, solo desperdiciando tiempo y oxígeno.

Lección de vida:
Es importante saber dónde estás colocando tu dinero. Revisar tus cuentas puede dar miedo, pero te ayudará a un crecimiento financiero importante y controlado. Mejor tener poco, pero saber qué tienes, a deber mucho y que cada vez sean deudas más grandes.
Si estás enojado, amargado, triste… lee esto:
El enojo que sentía se debía a mi propio descontrol. No quería madurar, ni sentirme un adulto, pero llegó la hora. Para poder avanzar hay que crecer y para crecer hay que hacer introspección de nuestra vida, nuestros sentimientos, nuestra salud y nuestro círculo social.
Puede que seas infeliz y no te des cuenta. Puede que drenes criticando a otros, o estando amargado todo el tiempo.
Trata de fijarte más en tus sentimientos. Pregúntate qué estás sintiendo y por qué. Una vez que lo detectes, busca una solución. Pero depende de ti, de nadie más.
Si tú no te ayudas, ni el mejor terapeuta del mundo podrá hacerlo.
El enojo y la tristeza son temporales cuando se quiere solucionar y seguir adelante.
Si deseas información más detallada sobre el enojo y cómo controlarlo, la American Psychological Association profundiza el tema AQUÍ.
0 comentarios